Sin respuestas

La Cosechera prolongaba su aire anacrónico frente al vetusto edificio de la dirección de Rentas. Aún no sabía por qué habíamos quedado en encontrarnos en este lugar. Eran mejores los modernos cafés de la peatonal, con sus ventanales a los comercios del centro, a los grupos de chicas en minifaldas mirando esas vidrieras luminosas, a los adolescentes con sus uniformes de secundario y sus risotadas impertinentes. En vez de eso, la cosechera ofrecía la imagen ruinosa del edificio de la calle San Martín y un viejo depósito por Maipú.
Cuando entraste la mayoría de las mesas estaban ocupadas, tuve que hacerte señas con una mano.
-Parece que va a llover- te dije mirando el cielo. En un rato la Maipú comenzaría a llenarse de vehículos cuando todos decidieran volver a sus casas. Los comercios empezaban a cerrar a esa hora.
-Tuve un día terrible- dijiste mirando hacia la esquina –mañana vence el plazo para la beca, todavía no terminé la presentación.
-La vas a ganar, seguro
-Mi jefa de cátedra me pidió, justo hoy, que le entregue las planificaciones. Todo se junta. Parece que me estuviera boicoteando, no le gusta mucho la idea de que me vaya por un año. No creo que firme la recomendación. Tu voz monocorde no denotaba enojo, no transmitía frustración. Daba lo mismo que me estuvieras hablando de una película o de algo que le estuviera pasando a un conocido.
-No te preocupés, creo que la vas a ganar
El mozo se acercó respondiendo a una seña mía.
-¿Vas a pedir algo?
-Un cortado
-Dos cortados- le repetí al mozo.
-Mejor una coca
-Una coca y un cortado
Luego el silencio, mirando por la ventana las primeras gotas sobre la gente que comenzaba a poblar las angostas veredas. Te miré mientras mirabas por la ventana, te miré las manos jugando con tu nuevo celular, me pregunté si habías cambiado de número.
-Mañana cumple Joaquin, estamos invitados- te dije
-Mañana tengo esa presentación, capaz que no llego y presento los papeles pasado mañana. Hablé con la gente de la secretaría académica y me dijeron que es posible. Me voy a quedar hasta tarde con eso.
-No te preocupes, yo les digo, capaz que podemos ir el fin de semana- mientras te decía eso me miraste y noté que dejaste de jugar con el celular. Luego volviste a mirar por la ventana.
-¿Leíste el libro?- insistí al cabo de un rato. La lluvia se volcaba ahora ruidosamente sobre vehículos y personas apuradas.
-En cuanto termine con esto lo empiezo. La verdad es que este mes fue terrible.
-Es muy bueno, la traducción es mala pero el libro es bueno.
-hmm. Si sale la beca…-comenzaste a decir pero te interrumpiste- Hoy me llamaron de la inmobiliaria- continuaste. –Adriana, la chica que nos mostró el departamento; le expliqué todo, lo entendió.
La Cosechera estaba lleno, todas las mesas ocupadas. Éramos los más jóvenes. Todos los demás tenían pinta de empleados públicos, contadores, escribanos. Los dos televisores pasaban un partido de la Libertadores y derramaban los estridentes comentarios del relator sobre nosotros. Mirando a través de los vidrios empañados recordé otro bar, otra conversación.
-Si sale la beca- volviste a empezar- tendría que partir en Junio.
-Es lo que estuviste buscando. Es una gran oportunidad- te alenté.
- Ya tengo treinta, si no la tomo ahora no creo que pueda hacerlo más adelante.
-Te va a abrir muchas puertas. Es una experiencia que te abre la cabeza. Aparte es algo que te merecés- insistí
-Me gusta la lluvia
-Si- te dije, mirando por la ventana. Recordando otra tormenta, igual a esta, pero de alguna manera distinta.
-A vos no te gusta
Pensé una vez más en esa imagen que parecía ahora lejana, extraña. Pensé que alguna vez llegó a gustarme la lluvia como a vos. Los truenos a veces se dejaban oír dentro del bullicio del bar.
-¿Cómo vas con tu proyecto?- me preguntaste. Por un momento dudé que supieras de lo que estabas hablando, después agregaste, quizás adivinándome- Ayer pasé por el frente del edificio, creo que con los cambios que propusiste va a quedar hermoso.
-hmm
-Nunca te dije, pero creo que sos muy talentoso, siempre te admiré, siempre me gustó eso de vos- Nunca supe lo que te costó colar esas palabras, esa confesión mínima. Por la ventana el aguacero continuaba, pensé que no había traído el paraguas y que me iba a mojar antes de llegar al estacionamiento.
-Mejor vamos yendo- dije haciéndole una seña al mozo para que trajera la cuenta.
-Vamos
- ¿Te acerco? Tengo el auto en la otra cuadra
-No te preocupes, el ómibus para aquí al frente, andá tranquilo
El mozo trajo el ticket. Tuviste la delicadeza de no sacar la billetera permitiéndome pagar a mi. Nos pusimos de pie y mientras nos dirigíamos a la puerta vi que tampoco tenías paraguas, pero eso a vos no te importaba. Nos dimos un beso en la mejilla.
-Avisame cómo sale lo de la beca
-Seguro nos vamos a ver antes del viaje. Me dijiste a modo de saludo mientras salíamos.

Horacio Paz

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